Tuesday, April 21, 2009

EL FESTIN DE LAS TIñOSAS

EL FESTIN DE LAS TIÑOSAS
Sucede en muchas partes del Planeta.
Cuando muere un ser viviente, ya sea un perro, una vaca, ó un reptil, se descompone su cadáver insepulto y el hedor moviliza a los buitres en vuelo majestuoso y circular sobre los podridos despojos del animal que yace inexistente sobre el suelo que lo reclama.
Una vez en tierra firme, las voraces aves de rapiña se pelean por la carroña pestilente y disputan con las hienas que se acercan y se ríen cautelosas, los trozos del apetitoso banquete que los excita y enloquece. Y después llega el león que los espanta y se apodera del resto, hasta que las moscas cubren de verde y carmelita las partes incomibles del desaparecido.
Si el planeta fuera Cuba y el muerto Castro.
Los buitres podrían ser Lula y Cristina y los presidentes de Chile, Ecuador y algunos otros imitadores. Entonces, las hienas no necesitarían presentación como tampoco la necesitan Hugo, Evo y Ortega, fieles seguidores del apestoso Comandante.
Pero el león si necesita reconocimiento.
Los Estados Unidos son el león. Y las moscas son los desvergonzados que, atraídos por las migajas del festín, olvidan los 50 años de ignominia comunista en nuestra Patria.
¿Y los 2 millones de cubanos empujados al destierro ó sepultados en el mar en su afán por huir de la opresión? ¿Y las decenas de miles de presos políticos privados de los más elementales derechos ó destruidos en los incansables paredones de fusilamiento defendiendo los principios de justicia social, libertad y democracia? ¿Y los cohetes nucleares emplazados en tierras americanas para amenazar al mundo libre occidental? ¿Y la criminal invasión africana, y el entrenamiento a las narcoguerrillas, y el apoyo aún vigente al peligroso terrorismo internacional?
¿Podría todo eso ser olvidado con un simple apretón de manos?
Así de simple avizoran el futuro de Cuba los depravados que quieren sacar ventajas de la inevitable desaparición del Castro-Comunismo. Unos, aburridos del Poder, buscan heredar el permanente protagonismo internacional alcanzado por el Don Quijote caribeño; otros, envidiosos de su longevidad en la mandancia de la Isla, justifican con su abyecta admiración hacia la revolución cubana, su manifiesto deseo de eternizarse en el Poder de sus respectivos pueblos.
Todos saben, sin embargo, que el castrismo toca a su fin.
Y no por las buenas intenciones del Presidente Norteamericano o de Richard Lugar, sino por la posición intransigente de los propios cubanos, que al cabo de medio siglo de incesante oposición, no se dejarán arrebatar la merecida libertad, ni olvidarán jamás la sospechosa indolencia de los líderes latinoamericanos, quienes se han reunido en la hermosa Trinidad-Tobago para celebrar la V Cumbre de las América, sin que una sola voz hispana se alzara para protestar por la terrible persecución que sufre el pueblo cubano desde hace medio siglo.
Desde Miami y para todos los cubanos: Diego el Ingeniero.
EL FESTIN DE LAS TIÑOSAS
Sucede en muchas partes del Planeta.
Cuando muere un ser viviente, ya sea un perro, una vaca, ó un reptil, se descompone su cadáver insepulto y el hedor moviliza a los buitres en vuelo majestuoso y circular sobre los podridos despojos del animal que yace inexistente sobre el suelo que lo reclama.
Una vez en tierra firme, las voraces aves de rapiña se pelean por la carroña pestilente y disputan con las hienas que se acercan y se ríen cautelosas, los trozos del apetitoso banquete que los excita y enloquece. Y después llega el león que los espanta y se apodera del resto, hasta que las moscas cubren de verde y carmelita las partes incomibles del desaparecido.
Si el planeta fuera Cuba y el muerto Castro.
Los buitres podrían ser Lula y Cristina y los presidentes de Chile, Ecuador y algunos otros imitadores. Entonces, las hienas no necesitarían presentación como tampoco la necesitan Hugo, Evo y Ortega, fieles seguidores del apestoso Comandante.
Pero el león si necesita reconocimiento.
Los Estados Unidos son el león. Y las moscas son los desvergonzados que, atraídos por las migajas del festín, olvidan los 50 años de ignominia comunista en nuestra Patria.
¿Y los 2 millones de cubanos empujados al destierro ó sepultados en el mar en su afán por huir de la opresión? ¿Y las decenas de miles de presos políticos privados de los más elementales derechos ó destruidos en los incansables paredones de fusilamiento defendiendo los principios de justicia social, libertad y democracia? ¿Y los cohetes nucleares emplazados en tierras americanas para amenazar al mundo libre occidental? ¿Y la criminal invasión africana, y el entrenamiento a las narcoguerrillas, y el apoyo aún vigente al peligroso terrorismo internacional?
¿Podría todo eso ser olvidado con un simple apretón de manos?
Así de simple avizoran el futuro de Cuba los depravados que quieren sacar ventajas de la inevitable desaparición del Castro-Comunismo. Unos, aburridos del Poder, buscan heredar el permanente protagonismo internacional alcanzado por el Don Quijote caribeño; otros, envidiosos de su longevidad en la mandancia de la Isla, justifican con su abyecta admiración hacia la revolución cubana, su manifiesto deseo de eternizarse en el Poder de sus respectivos pueblos.
Todos saben, sin embargo, que el castrismo toca a su fin.
Y no por las buenas intenciones del Presidente Norteamericano o de Richard Lugar, sino por la posición intransigente de los propios cubanos, que al cabo de medio siglo de incesante oposición, no se dejarán arrebatar la merecida libertad, ni olvidarán jamás la sospechosa indolencia de los líderes latinoamericanos, quienes se han reunido en la hermosa Trinidad-Tobago para celebrar la V Cumbre de las América, sin que una sola voz hispana se alzara para protestar por la terrible persecución que sufre el pueblo cubano desde hace medio siglo.
Desde Miami y para todos los cubanos: Diego el Ingeniero.
EL FESTIN DE LAS TIÑOSAS
Sucede en muchas partes del Planeta.
Cuando muere un ser viviente, ya sea un perro, una vaca, ó un reptil, se descompone su cadáver insepulto y el hedor moviliza a los buitres en vuelo majestuoso y circular sobre los podridos despojos del animal que yace inexistente sobre el suelo que lo reclama.
Una vez en tierra firme, las voraces aves de rapiña se pelean por la carroña pestilente y disputan con las hienas que se acercan y se ríen cautelosas, los trozos del apetitoso banquete que los excita y enloquece. Y después llega el león que los espanta y se apodera del resto, hasta que las moscas cubren de verde y carmelita las partes incomibles del desaparecido.
Si el planeta fuera Cuba y el muerto Castro.
Los buitres podrían ser Lula y Cristina y los presidentes de Chile, Ecuador y algunos otros imitadores. Entonces, las hienas no necesitarían presentación como tampoco la necesitan Hugo, Evo y Ortega, fieles seguidores del apestoso Comandante.
Pero el león si necesita reconocimiento.
Los Estados Unidos son el león. Y las moscas son los desvergonzados que, atraídos por las migajas del festín, olvidan los 50 años de ignominia comunista en nuestra Patria.
¿Y los 2 millones de cubanos empujados al destierro ó sepultados en el mar en su afán por huir de la opresión? ¿Y las decenas de miles de presos políticos privados de los más elementales derechos ó destruidos en los incansables paredones de fusilamiento defendiendo los principios de justicia social, libertad y democracia? ¿Y los cohetes nucleares emplazados en tierras americanas para amenazar al mundo libre occidental? ¿Y la criminal invasión africana, y el entrenamiento a las narcoguerrillas, y el apoyo aún vigente al peligroso terrorismo internacional?
¿Podría todo eso ser olvidado con un simple apretón de manos?
Así de simple avizoran el futuro de Cuba los depravados que quieren sacar ventajas de la inevitable desaparición del Castro-Comunismo. Unos, aburridos del Poder, buscan heredar el permanente protagonismo internacional alcanzado por el Don Quijote caribeño; otros, envidiosos de su longevidad en la mandancia de la Isla, justifican con su abyecta admiración hacia la revolución cubana, su manifiesto deseo de eternizarse en el Poder de sus respectivos pueblos.
Todos saben, sin embargo, que el castrismo toca a su fin.
Y no por las buenas intenciones del Presidente Norteamericano o de Richard Lugar, sino por la posición intransigente de los propios cubanos, que al cabo de medio siglo de incesante oposición, no se dejarán arrebatar la merecida libertad, ni olvidarán jamás la sospechosa indolencia de los líderes latinoamericanos, quienes se han reunido en la hermosa Trinidad-Tobago para celebrar la V Cumbre de las América, sin que una sola voz hispana se alzara para protestar por la terrible persecución que sufre el pueblo cubano desde hace medio siglo.
Desde Miami y para todos los cubanos: Diego el Ingeniero.
EL FESTIN DE LAS TIÑOSAS
Sucede en muchas partes del Planeta.
Cuando muere un ser viviente, ya sea un perro, una vaca, ó un reptil, se descompone su cadáver insepulto y el hedor moviliza a los buitres en vuelo majestuoso y circular sobre los podridos despojos del animal que yace inexistente sobre el suelo que lo reclama.
Una vez en tierra firme, las voraces aves de rapiña se pelean por la carroña pestilente y disputan con las hienas que se acercan y se ríen cautelosas, los trozos del apetitoso banquete que los excita y enloquece. Y después llega el león que los espanta y se apodera del resto, hasta que las moscas cubren de verde y carmelita las partes incomibles del desaparecido.
Si el planeta fuera Cuba y el muerto Castro.
Los buitres podrían ser Lula y Cristina y los presidentes de Chile, Ecuador y algunos otros imitadores. Entonces, las hienas no necesitarían presentación como tampoco la necesitan Hugo, Evo y Ortega, fieles seguidores del apestoso Comandante.
Pero el león si necesita reconocimiento.
Los Estados Unidos son el león. Y las moscas son los desvergonzados que, atraídos por las migajas del festín, olvidan los 50 años de ignominia comunista en nuestra Patria.
¿Y los 2 millones de cubanos empujados al destierro ó sepultados en el mar en su afán por huir de la opresión? ¿Y las decenas de miles de presos políticos privados de los más elementales derechos ó destruidos en los incansables paredones de fusilamiento defendiendo los principios de justicia social, libertad y democracia? ¿Y los cohetes nucleares emplazados en tierras americanas para amenazar al mundo libre occidental? ¿Y la criminal invasión africana, y el entrenamiento a las narcoguerrillas, y el apoyo aún vigente al peligroso terrorismo internacional?
¿Podría todo eso ser olvidado con un simple apretón de manos?
Así de simple avizoran el futuro de Cuba los depravados que quieren sacar ventajas de la inevitable desaparición del Castro-Comunismo. Unos, aburridos del Poder, buscan heredar el permanente protagonismo internacional alcanzado por el Don Quijote caribeño; otros, envidiosos de su longevidad en la mandancia de la Isla, justifican con su abyecta admiración hacia la revolución cubana, su manifiesto deseo de eternizarse en el Poder de sus respectivos pueblos.
Todos saben, sin embargo, que el castrismo toca a su fin.
Y no por las buenas intenciones del Presidente Norteamericano o de Richard Lugar, sino por la posición intransigente de los propios cubanos, que al cabo de medio siglo de incesante oposición, no se dejarán arrebatar la merecida libertad, ni olvidarán jamás la sospechosa indolencia de los líderes latinoamericanos, quienes se han reunido en la hermosa Trinidad-Tobago para celebrar la V Cumbre de las América, sin que una sola voz hispana se alzara para protestar por la terrible persecución que sufre el pueblo cubano desde hace medio siglo.
Desde Miami y para todos los cubanos: Diego el Ingeniero.
EL FESTIN DE LAS TIÑOSAS
Sucede en muchas partes del Planeta.
Cuando muere un ser viviente, ya sea un perro, una vaca, ó un reptil, se descompone su cadáver insepulto y el hedor moviliza a los buitres en vuelo majestuoso y circular sobre los podridos despojos del animal que yace inexistente sobre el suelo que lo reclama.
Una vez en tierra firme, las voraces aves de rapiña se pelean por la carroña pestilente y disputan con las hienas que se acercan y se ríen cautelosas, los trozos del apetitoso banquete que los excita y enloquece. Y después llega el león que los espanta y se apodera del resto, hasta que las moscas cubren de verde y carmelita las partes incomibles del desaparecido.
Si el planeta fuera Cuba y el muerto Castro.
Los buitres podrían ser Lula y Cristina y los presidentes de Chile, Ecuador y algunos otros imitadores. Entonces, las hienas no necesitarían presentación como tampoco la necesitan Hugo, Evo y Ortega, fieles seguidores del apestoso Comandante.
Pero el león si necesita reconocimiento.
Los Estados Unidos son el león. Y las moscas son los desvergonzados que, atraídos por las migajas del festín, olvidan los 50 años de ignominia comunista en nuestra Patria.
¿Y los 2 millones de cubanos empujados al destierro ó sepultados en el mar en su afán por huir de la opresión? ¿Y las decenas de miles de presos políticos privados de los más elementales derechos ó destruidos en los incansables paredones de fusilamiento defendiendo los principios de justicia social, libertad y democracia? ¿Y los cohetes nucleares emplazados en tierras americanas para amenazar al mundo libre occidental? ¿Y la criminal invasión africana, y el entrenamiento a las narcoguerrillas, y el apoyo aún vigente al peligroso terrorismo internacional?
¿Podría todo eso ser olvidado con un simple apretón de manos?
Así de simple avizoran el futuro de Cuba los depravados que quieren sacar ventajas de la inevitable desaparición del Castro-Comunismo. Unos, aburridos del Poder, buscan heredar el permanente protagonismo internacional alcanzado por el Don Quijote caribeño; otros, envidiosos de su longevidad en la mandancia de la Isla, justifican con su abyecta admiración hacia la revolución cubana, su manifiesto deseo de eternizarse en el Poder de sus respectivos pueblos.
Todos saben, sin embargo, que el castrismo toca a su fin.
Y no por las buenas intenciones del Presidente Norteamericano o de Richard Lugar, sino por la posición intransigente de los propios cubanos, que al cabo de medio siglo de incesante oposición, no se dejarán arrebatar la merecida libertad, ni olvidarán jamás la sospechosa indolencia de los líderes latinoamericanos, quienes se han reunido en la hermosa Trinidad-Tobago para celebrar la V Cumbre de las América, sin que una sola voz hispana se alzara para protestar por la terrible persecución que sufre el pueblo cubano desde hace medio siglo.
Desde Miami y para todos los cubanos: Diego el Ingeniero.

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